Este era un año de transición para el EBE. A la nueva ubicación, que volverá a cambiar el año que viene, se sumo la novedad de tener que pagar por asistir. Sobre esto último creo que ha sido todo un acierto, porque la cantidad era realmente simbólica y a cambio nos han tratado de maravilla en las pausas del café, con disponibilidad incluso de refrescos, zumos, tortas de aceite, mazapanes y polvorones, algo que se agradece de verdad.
En cuanto al sitio, el Pabellón del Futuro, ha pasado lo mismo que cuando organizamos el FIMP del 2009 en la Feria de Muestras de Gijón, un espacio demasiado grande en altura, con mucho eco y reverberación, lo que hacía que las charlas y mesas redondas se escuchasen realmente mal. Además una de las Paralelas establecida en el hall, tenía que luchar con el ruidoso murmullo de los asistentes que entraban y salían, los stands de patrocinio, etc. para hacerse oír. No obstante, tuvimos la oportunidad de ver el pabellón del año que viene, el Pabellón de la Navegación, al que fuimos invitados por José Luis Antúnez. Junto con Antonio Cambronero y Rafa Osuna recorrimos las instalaciones, que nos parecieron muy adecuadas, especialmente el paseo al borde del río.
En cuanto a las charlas y mesas redondas, en general nos pareció que el nivel había bajado respecto a años anteriores. El taller sobre WordPress, en el que habíamos puestas muchas expectativas, nos decepcionó por su falta de profundidad. Otras, como la de ciencia a cargo de Gámez, fueron prácticamente una repetición del FIMP, apenas un mes después. Se empieza a notar la competencia de otros eventos, como el ya mencionado FIMP y el InterQué, y cuesta mantener el nivel. Una de las más concurridas fue la de Pedro J. Ramírez, supongo que por el morbo de oír lo que tenía que decir.
No obstante nos vamos con buen sabor de boca después de otro magnífico fin de semana en Sevilla, un año más, y seguramente volveremos en 2012. Aunque realmente nos estamos planteando seguir el evento por streaming desde alguna terracita sevillana.
Por cierto que el gran descubrimiento de este año ha sido el Restaurante Eslava y sus tapitas increíbles. Pero no se lo digan a nadie.